Mundial de México 1970

Iba a empezar el resumen del Mundial del 70 rotando alrededor de la preferible parada de la narración de los mundiales, la que le llevó a cabo Gordon Banks a Pelé. Los porteros además meritan ese reconocimiento. Después pensé que a lo mejor sería más favorable comentar de la que se transformó en la selección más increíble, la siempre evocada Brasil del 70. Aunque tampoco sería justo pasar por prominente el partido de semifinales entre Italia y Alemania, considerado por varios como el más alucinante del siglo XX. Por eso, por último, este artículo va a girar alrededor de por qué –por estos y otros motivos– el de México 1970 fue el más destacable de todos los mundiales disputados hasta hoy.

Y es favorable empezar por la conjura que logró que de esta forma fuera viable. Era abril de 1970. Sólo dos meses antes de que arrancara el Mundial. Brasil se medía a Bulgaria en amistoso, y Saldanha, seleccionador brasileño, dejó a Pelé –al que acusaba de miopía para excusar su mala relación– en el banquillo. El astro explotó. Por el momento no aguantaba más a ese déspota como entrenador. La Federación Brasileña tampoco. Tras empatar a cero, fue destituido.

Mario Lobo Zagallo fue su sustituto. Y lo primero que logró fue reunir a sus cinco delanteros, sus cinco estrellas, en una cuarto del Hotel Das Palmeiras de Río de Janeiro. Eran los cinco dieces, esos que Saldanha jamás se atrevió a poner juntos: Jairzinho, Gérson, Tostao, Rivelino y desde luego Pelé. Y se tomo la decisión de que jugarían los cinco: Rivelino por la izquierda; Jairzinho por la derecha; Gerson algo más atrasado; Tostao de referencia; y Pelé, por donde le diera la gana.

1. La Brasil del 70

Y este es, sin lugar a dudas, el primer punto para tener en cuenta el de México el más destacable de todos los mundiales. Porque disfrutó de, si no la preferible selección de siempre –las hay, como la de hoy España, que consiguieron más títulos–, sin lugar a dudas la más increíble que nunca se vio en un campeonato de todo el mundo.

Se cuenta que una de las primeras noches de la seleçao en México se juntaron Zagallo y sus futbolistas para sostener un enfrentamiento filosófico sobre el fútbol. Para ellos existían tres estilos: el fútbol de fuerza que practicaban equipos como Alemania o Inglaterra; el fútbol de resultados habitual de Italia; y el fútbol show, que es el que deseaban usar ellos. Y el fútbol se transformó en arte.

Desde aquel campeonato, Brasil fué siempre la medida universal de la excelencia futbolística en la creatividad habitual, que es la que funciona esta clase de categorías que no tienen la posibilidad de ser reglamentadas.

2. El Mundial de las noticias

Además, puede considerarse a México 70 como el primer Mundial moderno. Fue ahí cuando se ingresó por primera oportunidad la oportunidad de hacer cambios, lo que sin lugar a dudas favoreció la distracción. Además, se dieron a conocer las tarjetas, como una forma de dejar más claro a todos lo que sucedía entre el árbitro y los futbolistas –las expulsiones ya existían, aunque de forma verbal–. Y fue este el primer Mundial que ha podido ser visto de forma íntegra por tv, y por primera oportunidad en color. No ha podido haber mejor oportunidad para estrenarse.

España no pudo clasificarse para la cita. Inmersa en un instante negativo de su crónica, fue apeada en la etapa de grupos por Yugoslavia y Bélgica. Sí acudieron, al opuesto de otras oportunidades en que el campeonato se disputaba en conjunto de naciones americano, el resto de enormes selecciones de europa que habían conseguido su billete en la etapa previa.

3. El Mundial que ocasionó una guerra

Aunque si hay que comentar de la etapa previa, hay que llevarlo a cabo, sin lugar a dudas, del partido que más trascendencia tuvo en el tema político en la historia del fútbol. Fue la eliminatoria que enfrentó a Honduras y El Salvador, dos países que llevaban meses de tensión gracias a distintas discusiones, y que acabó desembocando en la llamada Guerra del Fútbol.

Los dos países se debían combatir en una eliminatoria de ida y vuelta. Tras el 1-0 en Honduras, El Salvador remontó con un 3-0. Pero fue un partido en el que hubo varios accidentes antes y, más que nada, luego. 12 hinchas hondureños habrían sido asesinados por la multitud local, mientras en Honduras los inmigrantes salvadoreños fueron atacados como respuesta. La tensión entre los dos países fue creciendo con el transcurso del tiempo, hasta llegar a la invasión del batallón salvadoreño a Honduras el 14 de julio de 1969. Por lo menos 2.000 personas fallecieron a lo largo de el conflicto bélico.

4. Una organización exquisita

En contraste con muchas ediciones anteriores, México además brilló por su enorme aptitud para albergar un campeonato que ya disponía de una enorme consideración. Primero impresionó con el gigantesco Estadio Azteca, una obra maestra arquitectónica, construida principalmente para la cita, y con aptitud para hospedar a 105.000 espectadores. Aunque de todos modos las otras 4 sedes –Jalisco, León, Cuauhtemoc y Luis Dosal– fueron sensacionales.

Pero no sólo eso. La brillantez del país para ordenar todos y todos los datos, por chicos que sean, que se tienen que atender en el transcurso de un Mundial fue increíble. Algo que se comprende perfectamente cuando se tiene presente que, en el 86, cuando la FIFA tuvo que buscar una nueve sede de urgencia tras suspender de más reciente hora a Colombia por su falta de elaboración, ésta eligió inmediatamente y sin titubeos a México. Eran conscientes de que no iban a fallar, tras el triunfo del 70.

 

 5. Una parada eterna

Y pecisamente en el Estadio Azteca fue donde se inauguró el Mundial, con el desafío entre México y la Unión Soviética, los dos conjuntos que lograron el pase en el Grupo A. En el B lo hicieron Italia y Uruguay, y en el D Alemania y la entonces capacidad futbolística Perú.

Pero sin lugar a dudas el grupo más fuerte era el C, que enfrentaba a los dos enormes preferidos, Inglaterra –vigente campeona– y Brasil, además de Checoslovaquia y Rumanía. Por supuesto, los dos primeros fueron quienes lograron la categorización. Sin importar algunos contratiempos de más reciente hora, como el que interpretó Bobby Moore, acusado por un empleado de una joyería colombiana de quitar un brazalete de oro en Bogotá. Tras estar tres días retenido, se dió a conocer su inocencia, pero llegó con retardo a la concentración británica en tierra mexicana.

Brasil, por su lado, se impuso con tranquilidad a Checoslovaquia (4-1), ocasionando desde el primer instante que el público cayera rendido a sus pies. Por sus goles, y por sus no-goles. Porque Pelé dejó dos perlas para la historia, más allá de que no acabaron en gol: el que dicen fue el primer intento desde el medio campo y una finta delirante al portero contrincante que todavía hoy se recuerda.

Y desde luego, Brasil e Inglaterra dejaron un desafío inolvidable entre los dos, que acabó con victoria brasileña por 1-0, gol de Jairzinho. Y todo, más allá de que el misión inglés, Gordon Banks, llevó a cabo, tras un remate de Pelé, la que para bastantes fué la preferible parada de la narración de los mundiales.

6. Unos cuartos y unas semifinales de ensueño

El campeonato no decayó mientras los partidos iban tomando más grande presión. Antes al opuesto. Los cuartos de final fueron sensacionales. Todos. Nada menos que 17 goles en 4 partidos. Brasil, jugando totalmente, derrotaba a Perú por 4-2, en un partido vibrante. «Si un marciano preguntase qué es el fútbol, un vídeo del partido Brasil-Perú del Mundial de México de 1970 lo convencería de que hablamos de una elevada expresión artística», diría poco luego Alastair Reid, poeta escocés.

Además, Alemania daba la sorpresa –relativa– al imponerse a Inglaterra por 3-2, en un partido que se tuvo que elegir en la prórroga; Italia goleaba a México (4-1), en Toluca más allá de que los anfitriones se adelantaban en el marcador, y el partido con menos goles fue a lo mejor el más alucinante de los cuartos: Uruguay se imponía 1-0 a la URSS con gol de Víctor Espárrago en el último suspiro de la prórroga.

7. La venganza de Brasil

De esta forma las cosas, a las semifinales llegaban, por primera oportunidad, 4 equipos que fueron previamente campeones de todo el mundo: Brasil, Uruguay, Alemania e Italia.

Y cosas del destino, la suerte quiso que Brasil y Uruguay se midieran en una de ellas. No se habían enfrentado desde el Maracanazo. Brasil, la preferible Brasil de siempre, poseía la posibilidad de desquitarse. No era lo mismo, claro; no era una final en el hogar. Pero una semifinal de un Mundial bien merece. Y Brasil lo logró.

Costó, eso sí. El trastorno celeste aparentaba atenazar a los brasileños cuando Cubilla adelantó a los uruguayos. Tostao, pero, igualó antes del descanso. En la continuación, como venía siendo recurrente, Brasil mejoró considerablemente y Jairzinho ponía en virtud a su conjunto para ser Pelé, en los minutos finales, quien confirmara la digna presencia de Brasil en la final.

8. El partido del siglo

Es este un calificativo muy manido ya, pero no es menos cierto que, a tenor de lo vivido, pocos partidos se lo meritan tanto como la semifinal que enfrentó a Alemania e Italia. De lo que no existe duda es de que fue el más alucinante de los que jamás se disputaron en un Mundial de fútbol.

El estadio Azteca era el espectacular ámbito. Italia, con gol de Boninsegna, se adelanta en el marcador al poco de arranchar el choque. El resultado sigue, los italianos se las garantizan muy contentos, pero en el último minuto del tiempo reglamentario Schnellinger transporta el partido a la prórroga. Y entonces se desata la disparidad. Muller pone por enfrente a los alemanes; Burgnich empata y Gigi Riva adelanta otra vez a Italia. Descanso. Muller empata otra vez, y un minuto luego Rivera establece el 4-3 definitivo. Cinco goles en solamente media hora de prórroga. Pura esquizofrenia. Italia en la final.

9. La consagración del Rey del Fútbol

Y llegamos a la final. Otro recorrido para Brasil. Se enfrentaban dos estilos de juego completamente opuestos: la fantasía brasileña en oposición al trabajo de conjunto italiano. Y venció el show. Brasil, convencido de sus opciones, salió pisando estable. Al poco tiempo Pelé, magistral, había adelantado a los suyos tras un soberbio cabezazo. Explicado de esta forma por su defensor, Tarcisio Burgnich: «Saltamos juntos… pero cuando yo se encontraba en la tierra, él seguía en el aire».

Los brasileños dominaban el juego, pero un fallo de Clodaldo permitió empatar a Boninsegna. Fue sólo un espejismo. En la segunda mitad, Pelé ponía dos balones espectaculares a disposición de Gerson y Jairzinho, quienes, superaron a Albertosi para encarrilar el partido. Ya en el tramo final, Carlos Alberto culminaba una jugada que era una oda al fútbol. Era el 4-1 definitivo.

Fue una enorme final. Pero más que nada la consagración del que fué sin lugar a dudas alguna el más destacable futbolista de la narración de los mundiales: Pelé. De esta forma lo definía Burgnich, su marcador en aquella final, poco luego del partido: «Yo había planeado para darme ánimo: Pelé es de carne y hueso, como yo. Pero no estaba en lo correcto».

Fue además la victoria de la selección más increíble que nunca se vio en un campeonato de todo el mundo. La seleçao aplastó a todos los oponentes que se confrontaron en el sendero a la gloria, anotando la friolera de 19 goles en seis partidos. La duda radica en si fue la preferible selección de la historia. Es difícil. Se le achaca que un exclusivo triunfo no es bastante para lograr que sea la más importante. Pero a lo mejor dado que siempre se la recuerde, más allá de haber conquistado un exclusivo encabezado, le dé más grande trascendencia.

De lo que no existe duda es de que México fue el más destacable Mundial de todos los disputados hasta hoy. No sólo por todos las causas explicados previamente, por si no fueran pocos. Además, fue el Mundial que supuso la consolidación de Beckenbauer –y su imagen épica jugando lesionado en semifinales con el brazo en cabestrillo–; fue el más claro de todos: no hubo ningún expulsado en todo su avance; y congregó a estrellas eternas, más allá de las nombradas como los brasileños o Beckenbauer: Bobby Charlton, Gerd Muller, Gianni Rivera… Pero no existe duda, sólo el Mundial de México ha podido ofrecer cabida a la preferible selección de siempre, el partido más alucinante de todos los Mundiales, la parada más increíble de todos los mundiales, encumbró a la más grande leyenda del fútbol y, como si fuera poco, dio lugar a una guerra. nada.

 

 

Ficha Técnica de la Final:

Brasil, 4: Felix; Brito, Everaldo, Piazza; Carlos Alberto, Clodoaldo; Jairzinho, Gérson, Pelé, Tostao y Rivellino. Entrenador: Zagallo
Italia, 1: Albertosi; Rosato, Facchetti, Burgnich, Cera; Bertini, Domenghini, De Sisti; Mazzola, Riva, Boninsegna. Entrenador: Valcareggi

Goles: 1-0, m.18: Pelé; 1-1, m. 37: Boninsegna; 2-1, m. 66: Gerson; 3-1, m.71: Jairzinho; 4-1, m. 86: Carlos Alberto
Árbitro: Rudolf Gloeckner (alemán). Amarillas a Rivelino por Brasil y Burgnich por Italia
21 de junio de 1970, Estadio Azteca, Localidad de México. 107.412 espectadores

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